Nadie tuvo miedo en el atrio de la Catedral Santa María, el Dia de la Rioja, cuando a dos metros de distancia, provistos con sus mejores armas y amparados por la magnífica fachada de piedra, interpretaron parte de su repertorio. Con cautela, y el legítimo deseo de oxigenar tantas horas de ensayos y sacrificios, y con el entusiasmo de brindar el trabajo bien hecho. El primer acto social desde el confinamiento. Un regalo del cielo para todos los espectadores.
Continuamos pendientes de la vida y de la muerte. Del
contagio y de las medidas para prevenirlo, seguimos saliendo en procesión para
guardar el distanciamiento. Todos ansiamos que desde
un puntito del cielo nos llegue la luz que nos diluya el dilema.
Envueltos en una brisa de esperanza, los deseos de los
ciudadanos se hicieron realidad al ritmo de la batuta que dirigía a los
abnegados músicos.
Es un paisaje diferente, que nos habla de la “nueva
normalidad” y que vamos aceptando poco a poco, sin pensar que la realidad está
superando, con creces, a la ficción.
Fotos: mis archivos
No hay comentarios:
Publicar un comentario