A tenor de llevar mascarilla, me viene a la memoria, cuando era obligatorio llevar la cabeza cubierta para ir a la iglesia, sobre todo para oír misa.
“El velo”, tradición eclesial; símbolo
de modestia y lucha contra la vanidad, pero que no provocaba pocas envidias entre las mujeres, que
no podían mostrar su cabello, pero si la mantilla más hermosa y cara que la de
la otra.
No obstante, era un hecho aceptado
por la sociedad y lo recuerdo como el
curioso distintivo de los domingos. El velo y el misal.
A partir de la nueva ley de Derecho
Canónico de 1983, sin saber a ciencia cierta por qué, se disipó el concepto de obligación.
Y poco a poco se fue perdiendo esa venerable práctica.
Está claro que las personas hacemos las cosas en función del deber que
se nos imponga. Y nos resistimos a llevarlas a cabo, si no especifican
claramente un mandato. Como la orden sanitaria, que obliga salir a la calle con la boca y nariz cubiertas
para evitar el contagio del covid19.
Fotos: Google
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