"Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra".

James Russell Lowell (1819- 1891),

poeta y crítico estadounidense





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lunes, 29 de marzo de 2021

Semana de Pasión

El Domingo de Ramos nos abre la puerta a una Semana Santa que este año, sujetos a la pandemia, tampoco le daremos el valor que le corresponde. Surge el temor de perder la tradición, sin embargo, supongo, que no la fe.

La fe es otra cosa. Indefinible, transparente, sin color ni forma. Aunque a veces pasa por estadios claroscuros; pero es indeleble, imperecedera, sigue su camino sin saber en pos de Quién, algunas veces. Ella no se para a pensar en cómo se comporta cada quién. Allá cada cual. Cada uno con su saco de virtudes y defectos y todos con el suyo.  “Cada cual con cada quién” en la senda de la bondad, donde no cabe la crítica ni el pie de uno en el zapato del otro. Esa es la fe.  El manto que te cubre y te salva de la inmundicia, de la tormenta de los elementos inclementes que llegan por todas partes y no eres tan fuerte como para soslayarlos. El bálsamo para tu alma, la capa de vaselina que cura las grietas de la piel, la lluvia fina que humedece los campos y los alimenta, que da de beber a los sembrados de donde viene el pan.

Hoy las iglesias abren sus puertas de par en par para conmemorar la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Los fieles iniciamos el recorrido que durará toda la Semana Santa por los templos en busca de ese consuelo, más por las circunstancias que vivimos, que necesitamos para seguir nuestra cotidianidad. Y cada uno de ellos te reciben con sus puertas abiertas y con las medidas de seguridad estipuladas.

Sin olvidar el Mercaforum, os deseo una muy buena y feliz Semana Santa.

                                                             






                                                










Fotos: mis archivos

lunes, 22 de marzo de 2021

El color del ruido

Por negra que sea la noche, por tenebrosa que parezca su intención, durante el amanecer cede su espacio al día. Continuamente. Es un hecho que nos pasa desapercibido; entra dentro de lo cotidiano, y como otros muchos, el subliminal mensaje se pierde en la inmensidad de la luz del sol.

Con una perfecta sincronización, llega el día y se va la noche, y más tarde el día se va y la noche llega, cada uno se instala en el mismo hueco que deja la otra. No hay reticencias, ni malos humores, nada. Tan solo la paz y la tranquilidad de lo bien hecho.

¿Seremos capaces de aplicar esa armonía en nuestras vidas?       

Es difícil, dado el turbulento ruido que hay en la sociedad, y que no lo provocamos nosotros, que estamos en casa temerosos de salir y encontrarnos con el virus…, sino que se cuela por todas y cada una de las rendijas de los medios de comunicación y las redes sociales, y no sabemos de qué color es ese ruido.

El genial Wassily Kandinsky tendría que reinventarse y desarrollar un nuevo color para definirlo y añadirlo a su teoría.

Y, aunque no lo parezca, estrenamos primavera que llega con una timidez impropia en ella, pero tarde o temprano explotará con sus aromas y colores. Todo es cambiante.    



                          



Fotos: Google y mis archivos

lunes, 15 de marzo de 2021

Un año después

Se nos hacían largos, los días de confinamiento. Enfocados en vislumbrar la luz del túnel, empezaron a marcharse al ritmo que lo hacen siempre, pero sin que nosotros percibiéramos su huida hacia adelante.

Un año con sus 365 jornadas que no queríamos ni saludar, por ver si se decidían a llegar con otras buenas nuevas. No lo hicieron, y seguirán sin hacerlo durante mucho tiempo más.

Fuegos de artificio adornan nuestros miedos y celebran esos deseos que poco a poco interiorizamos y no nos atrevemos a sacar a la luz, no sea que nos los quiten.  

Esperamos, muchas veces enojados, ese milagroso pinchacito, que apenas se siente pero que nos abrirá las alas del corazón y comenzaremos a respirar con afán contenido, que no a volar, porque para eso aún tiene que pasar muchos más días y otros acontecimientos.

Al cabo, hemos puesto en práctica muchas cosas olvidadas como la lectura y la música, y el arte en general que, a través de internet, hemos tenido amplia oferta y que tendríamos que tener en cuenta en lo sucesivo, porque han sido tan esenciales como los sanitarios y tanta gente más que han estado y están al frente de todos los servicios básicos para la subsistencia. Hemos aprendido otras nuevas, y a mirar la vida de diferente forma: desde la ventana, percibimos amigos y vecinos en los que no reparábamos antes…, a saludar y brindar nuestros afectos en la distancia…, a utilizar nuestros ojos para transmitir el cariño que dábamos con besos y abrazos, ahora reprimidos…etc.

Vivimos ralentizados y eso nos da pie a reflexionar, cada uno a su manera y sobre sus necesidades, pero la velocidad es para todos igual, a pesar del negro horizonte económico, o de las tempestades formadas por los políticos que no tienen otra cosa mejor que hacer, que conquistar más terreno. Luchas intestinas para ganar y no perder; guerra de guerrillas con uniformes reversibles, como si el virus respetara a los guerreros…                                                                  

Diferentes vacunas en marcha nos abren la puerta a otra época pintada de verde, que se acerca despacio, pero también viene para quedarse. Y, esto, es todo cuanto nos interesa. 






                                                                                                             




 Fotos: mis archivos y Google

martes, 9 de marzo de 2021

Promesas y compromisos

¿Cuántos votos de obediencia, de fidelidad, de amor…, fueron bendecidos en este templo?

No lo sabemos, ni tampoco cuántos se han cumplido y llegado hasta el nicho que los libera…

Pero, ¿y si al adquirir un compromiso, el tiempo ha descubierto que ha sido una equivocación? ¿Cuál es el valor moral que ampara su cumplimiento? ¿y, cuál su trasgresión?

Estamos seguros de que se caracteriza por mantener su palabra “el hombre de bien” siempre. Algunos la quiebran por cobardía, por falta de firmeza en su carácter…, pero, y si…, ¿de repente descubre que estaba equivocado, que dio su palabra por alguien, o por algo que no lo merecía?                             

Terrible dilema para el que lo sufre desde dentro o desde fuera. Porque lo decía el filósofo: Un error, es un error, y de sabios es enmendarlo… Ya, sí, pero cuando implica a terceros, qué es mejor, terminar con el entuerto o tragárselo con el salado sabor de las lágrimas.  

Esas piedras tan queridas, elocuentes en su silencio, podrían contarnos muchas de esas historias, y nos aclararían, como lo hizo Elie Wiesel que: “lo opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia”, que mata amores y compromisos; pero de momento, andan preocupadas por su propio destino.







Fotos: mis archivos 

lunes, 1 de marzo de 2021

Lluvia ácida

Han dado ya las tantas del anochecer, se aproxima el toque de queda, pero se citan y pasean bajo el paraguas del firmamento que, al anochecer, adquiere tonos purpura y les invita a entrelazar sus manos con arrojado temor. Acompañados por su propio entusiasmo, intentan airear su cuerpo y su mente con la seguridad de que ningún virus se atreverá a interrumpir el silencio tan propicio.  

No le temen, pero se protegen; se curan del espanto que ha dejado la partida de tantos y de otros muchos que están abriendo camino. Porque el destino lo quiere así; quizá, pero les enseñan que toda precaución es poca…  y ellos que casi no respiran, dejan un claro mensaje:

“Que lo más interesante de la vida, tan efímera como intensa, es recibirla como un don del cielo y que merece la pena vivirla, aunque sea con mascarilla”  

Mientras, llueven noticias contradictorias, mensajes cruzados, que crispan y que no quieren escuchar. Es tal la tormenta de sin razones que no encuentran tino para tanto desatino

Empieza marzo, ¿Qué traerá en las alforjas? El día viene encapotado de nuevo, tal vez las nubes dejen caer la lluvia ácida que contienen.

 

                                    







Fotos: mis archivos

 

martes, 23 de febrero de 2021

Cada día un milagro

¿Os imagináis qué hubiera pasado si el capitán del Titanic, megáfono en mano se hubiera puesto a informar a los pasajeros, que cada rato se estaba hundiendo un centímetro más?

¿Qué le hubiera dicho el director de orquesta que reunió a sus músicos para tocar hasta el total hundimiento?

Me pregunto hasta cuando nuestro estado anímico será capaz de sobrevivir en este sin vivir continuo, inmersos no en un estado de alarma, sino mas bien, en un estado de inacción, donde nos ciegan con su luz de gas y lo importante se pasa por alto.                                       

¿Surgirá una voz redentora entre tanto desatino?  Necesitará mucha fuerza para que no la apague tanto griterío.

Esperamos, mascarilla en ristre, cada día, ese milagro.

                                                                                 





Fotos: mis archivos

lunes, 8 de febrero de 2021

La barca milagrosa

La ciudad se levanta con resaca. En su ambiente queda ese regusto a combustible quemado hasta el limite de su reserva. Se oye, lejano, el eco de las bocinas que se han quedado afónicas. Los ciudadanos continúan sin dormir. Han elegido esperar el desenlace de los acontecimientos, agazapados, sin meter bulla, para que los Magos lleguen a sus ventanas, recojan sus dádivas, y les deje la solución a sus peticiones.

Les queda la satisfacción de lo bien hecho. De haberse entrega en      cuerpo y alma durante toda su vida, a levantar sus negocios; de no haber dejado nada al azar. Ahora que las circunstancias son otras, se han volcado a convertirlos en lugares seguros, se han reinventado para continuarlos. Pero los tiene cerrados de nuevo.

Promesas que se pierden…, palabras que no traen el pan a sus hogares…, acciones que impiden la sostenibilidad de sus actividades…

No obstante, conservan la ilusión; todo aquello por lo que han trabajado, ¡no puede irse al traste, así por las buenas! Dan tiempo al tiempo, no como ingenuos chiquillos, sino como curtidos marineros embestidos por muchas tempestades, acurrucados en la barca milagrosa, que les transportará a la calma. 

 

 LA BARCA MILAGROSA                            

     – Delmira Agustini– 

Preparadme una barca como un gran pensamiento...
La llamarán «La Sombra» unos, otros «La Estrella».
No ha de estar al capricho de una mano o de un viento:
yo la quiero consciente, indominable y bella!

La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
de vida sobrehumana; he de sentirme en ella
fuerte como en los brazos de Dios! En todo viento,
en todo mar templadme su prora de centella!

La cargaré de toda mi tristeza, y, sin rumbo,
iré como la rota corola de un nelumbo
por sobre el horizonte líquido de la mar...

Barca, alma hermana; hacia qué tierras nunca vistas,
de hondas revelaciones, de cosas imprevistas
iremos?... Yo ya muero de vivir y soñar...



Fotos: mis archivos

viernes, 5 de febrero de 2021

Ver la vida pasar

Si sales a caminar todavía de noche, te llenas de un goce incomparable. A tiro de piedra de la ciudad puedes contemplar que despunta la aurora y en ese momento la Madre Naturaleza comienza a despertar a sus creaturas. El aroma a verde húmedo por el rocío, el canto de las aves, el breve estremecimiento de las ramas batidas por la brisa…, forman un sublime coro de voces celestiales. Concierto al que se suma el crepitar de las mochilas multicolores con ruedas correr por la acera. Son los estudiantes. Embutidos cada uno en sus vestidos a la moda de sus gustos, caminan: algunos en solitario, cabizbajos y somnolientos, tristes quizá. Otros en pequeños grupos hablan con voz queda mientras se despiertan. Otros, demasiado bulliciosos, chillan y explotan petardos y globos, no se sabe si para animarse o para alargar el tiempo de llegada. Los durmientes se arrebujan bajo la almohada para no despertarse. A veces tienen malas tentaciones. Serían capaces de hacerles picadillo. Aparte de ellos y de algún despistado que sin duda va a su trabajo, la calle está casi vacía.  Son las ocho.

El jardinero despierta a las flores a golpe de aire. Debe de ser para entresacar la basura y hojas muertas que albergan sus hojas y corolas. Ahora entiendo por qué las encuentro cada mañana tan airosas y pizpiretas. La fragancia que desprenden las jardineras del paseo estimula el ejercicio matutino.

Poco a poco, como el goteo de un grifo estropeado, aparecen los caminantes: los jubilados y los que, bien por estar en ERTES o en ERES, o por falta de trabajo sin paga alguna, quieren matar el tiempo y el hastío.  Los unos y los otros se afanan por recorrer unos kms., más que el día anterior. Por el camino se cruzan con los más madrugadores. Son las nueve.

La vía verde conserva todavía los agrestes colores del invierno, pero algunos frutales, que la circundan, ya muestran sus yemas, precursoras de preciosas flores y suculentos frutos. El goteo de gente aumenta exponencialmente.

Alcanzada la meta diaria de ejercicio, es hora de volver. La hierba sigue mojada, y las hojas de los árboles gotean su el exceso de humedad, la variedad de verdes aromatiza el ambiente y te invita a seguir, pero los huesos ya empiezan a gritar que quieren otra cosa.

Por las calles de la ciudad fluyen personas que se han devanado los sesos para encontrar en sus recovecos alguna excusa válida para salir (a respirar aire fresco, a encontrarse con otras gentes con las que puedan charlar, a despejarse de sus cuatro paredes), porque los comercios, como la restauración están cerrados y permanecerán así, mucho tiempo más. Son las diez.

Una vez en casa, toca completar el día.  Y nada mejor que, a través de los cristales, ver la vida pasar, y si llueve, el agua caer. 

                                                                                                                    

                                                       
                                                                








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martes, 2 de febrero de 2021

¿Qué nos traerá febrero?

         Todos esperábamos la llegada del 2021, como almas de cántaro, creyendo que nos traería todo lo que el 2020 nos había arrebatado. Pero desconocíamos el contubernio que los Elementos meteorológicos estaban llevando a cabo:

Los Elementos se reúnen y acuerdan intervenir en la guerra de los terráqueos. Han visto cómo llegaba enero, con el viejo saco de problemas de diciembre, sin resolver:  el virus y la ansiada vacuna que lejos de mejorar la situación viral, la empeora. Es el momento idóneo para actuar y tener ocupados a los terrícolas en otros quehaceres que los desconecte un rato del virus y sus virulencias.


          Pasa Filomena con su capa blanca y convierte al país, en uno encantado; y con la ayuda de la Ola de frio, construyen castillos de hielo inaccesibles…, pero llega Gaetan y después Hortensia y recriminan a la primera porque no ha cubierto todo el país, que ha dejado el norte, con hielo, pero agreste y lánguido. Ella les contesta que, con los recortes, no le ha llegado la nieve para todos. 

Se paran a mirar, y ven a los humanos luchando como leones diminutos para desasirse del helamiento antes de que llegue Ignacio. Y llega, y empeora la situación. Arrastra todo cuanto encuentra a su paso. El inclemente viento huracanado deja las puertas abiertas porque, tras él, llegan con fuerzas renovadas, Justine y Karim y completan su trabajo.

Como hordas de bárbaros arrasan el País, que recibe sin saberlo una ola cálida que amenaza con el deshielo el desborde de los ríos y las inundaciones correspondientes. La confabulación ha dado resultado. 

Todos: hombres y mujeres, ancianos y niños se han afanado en mitigar las consecuencias de tantos desastres. Luego, cuando llega la calidez del sol y con ella la calma, extenuados, se retiran a descansar. No saben que los Elementos, una vez que hayan repostado, volverán a las andadas. 

Ha empezado febrerillo el corto y los Elementos, mientras contemplan el desolado panorama, estudian una nueva estrategia. No quieren darles demasiada tregua.





    



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lunes, 1 de febrero de 2021

Como el lobo estepario

Sucede durante las negras noche de enero, cuando aparece ella tan resplandeciente, y los canis-lupus la aúllan sin descanso, por temor a ser ahuyentados y dispersos  por  el blanco y helado bosque.
Porque las manadas se juntan para soportar el rigor del invierno y le piden a la luna que no las alumbre tanto para que no se las vea. Porque apenas tenían alimento y han irrumpido en los rebaños y causado muerte y dolor y pérdidas a los pastores. Aunque han evitado herir a los perros que, aunque domesticados, no deja de ser parientes, lejanos, pero de la familia. 

La nieve y el hielo deja a los lobos, año tras año, a merced de la crueldad del hambre. A la intemperie.

Su recurso: la unidad del clan. El nuestro: la individualidad, como la del lobo estepario.

Tiempos difíciles estos que corren. Desprovistos del calor de los nuestros, aislados y perdidos entre incongruencias y desatinos. Enredados en la maraña de palabras vanas que no aportan sino crispación y miedo y que, en el mejor de los casos, se convierten en sórdido veneno; y en el peor, en odio mortal.

En cualquier caso, nosotros no aullamos, pero mirar a la luna llena y esperar que mengüe y crezca de nuevo, se ha convertido en los mejores momentos que el otoño de la vida nos puede ofrecer…, y lo son…, no cabe la menor duda. Eso, y ver las plantas crecer.

 

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