Ocurrió, allí por el siglo XIV, cuando las ratas propagaron la peste
negra por Europa y se cobró la vida de 1/3 de la población.
En España, cuentan los historiadores, llegó a Cataluña y se propagó por
toda la península, pero tuvo especial virulencia en Verges (Gerona). El boca a
boca fue transmitiendo el suceso, incluso, los vergelitás lo escenificaron con “La danza de la Muerte”. Un ritual donde un grupo de personas se
disfrazan de esqueletos, portando cada uno un elemento simbólico, relativo a la mortalidad. La historia es muy interesante. La de la gran
mortandad en general y la de Verges en particular.
Entre todos los objetos simbólicos, me llamó la atención el “reloj sin manecillas” que, para algunos
significa que La Parca no tiene hora para llegar (como en la parábola de las
diez doncellas (Mt 25, 1-13); y para otros, que el tiempo no existe.
Que sin agujas no se puede medir y no pasa.
Me gustaría que un día, al
despertar, todos los relojes del mundo hubieran perdido sus saetillas. Querría
decir que, sin tiempo, podríamos vivirlo sin premura, saborearlo como el
buen café mientras nos paramos
algo más en lo cotidiano, en las cosas pequeñas.
Y entre tanto llegaría la vacuna del Covid19 sin darnos cuenta.
Foto:Google
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