Su espíritu quebrado. Convertido en un ser inanimado desde aquel día en el que se
retiró con el rabo entre las piernas
por las
contradicciones en las que incurrió al proteger a su compañero.
Contempla el caótico verano que reparte
sus cartas entre catástrofes naturales y humanas y que le lanza a la carretera
en un exilio inesperado, pero real.
Se refugia entre la arboleda. Espera que el tiempo fluya, a ver qué le
depara.
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