La Luna de “Fresa” ha llegado para no quedarse. La tercera
desde que empezó la pandemia. Se oculta
entre las nubes y no todo el mundo la puede
contemplar. Parece que se esconde, que oculta la cara para no ver el mundo hecho jirones, por tanto
despropósito junto.
Está acostumbrada, aunque dolida de nuestros vertidos de
basura, a emplear doble de fuerza para
mover la marea con el mismo ímpetu, por
lo densa que está de tantos plásticos y
desperdicios. Pero comprueba con tristeza que no hemos aprendido nada, que
seguimos tirándonos los trastos a la
cabeza, entre otras lindezas, en lugar de trabajar unidos y apoyar a los
científicos y sanitarios para superar la crisis. Se ha decepcionado de nuevo.
Ni
se le ocurre volver la vista hacia otro lado, porque encuentra la misma escena
y se avergüenza de descubrir la
degradación moral que sufre la humanidad, tan virulenta o más que el Covid19.
¿Alguien
cree que no se rebelarán los astros, también?
Fotos: PP
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