
El comienzo del día de
la Rioja había pasado de puntillas, no
habían disfrutado de la algarabía de los
niños jugando en los hinchables, el reparto de chucherías y chocolate… Las
gaitas y danzantes no pasaron por el parque para animar a los participantes de las improvisadas carreras…
Llegada la hora del calderete, se dieron por vencidos. Decidieron
montar su propia fiesta para celebrar el acontecimiento. Estaba claro que con
mascarilla, los humanos no tenían ganas de chanzas.
El día después, continúan aleteando en el estanque, esperando
el siguiente exabrupto, mientras las hormigas continúan, hacendosas, llenando
el granero y, los cerezos, que están en
su sazón, ofrecen sus apetecibles frutos rojos.
La vida sigue igual, después de todo, aunque de forma
diferente para cada uno…

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