No parece que fue ayer. Parece que ha pasado una eternidad y solo llevamos dos meses y medio buceando por oscuras aguas, todavía descocidas.
Y
terminamos Mayo. Otro mes que nos deja con más pena que gloria, aun cuando
atrás se quedó el pico y nos vamos acercando a “los encuentros en la
tercera fase”.
Pero terminamos el mes
con nuestro cerebro en llamas. El sexto sentido trabaja a pleno pulmón para
advertimos que todavía peligra nuestra salud y
además, nos encontramos en manos que no son
seguras, que reman en diferentes direcciones y el barco podría
hacer agua.
Como no sabemos
muy bien los métodos de navegación, nos dejamos guiar por él desde el corazón,
para reforzar lo que percibimos con el resto de los sentidos.
Y, comenzamos a cultivar las ilusiones como cuando
éramos niños, de manera que la empatía e intuición natural, nos ayude a
comprender mejor qué está ocurriendo a nuestro alrededor.
Mientras escribo esto, me llega la dulce salmodia
de Amancio Prada cantando unos versos de Rosalía de
Castro. Me han parecido muy apropiados para despedir nuestro ansiado mayo
florido.
Mayo largo…, mayo largo,
todo cubierto de rosas;
para unos, las de muerte;
para otros, las de bodas.
Mayo largo, mayo largo,
fuiste corto para mí.
Vino contigo mi dicha,
volvió contigo a huir.
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