Nuevos
síntomas aparecen en el espectro del Covid 19 y cada mañana, nos estudiamos
concienzudamente a ver si sufrimos de alguno de ellos. Lo vamos asumiendo,
aunque cuando sales a la calle, no sabes, cuanta gente está contagiada, o son
asintomáticos, o si lo eres tú…, y para
sobreponerte recuerdas que el miedo
tiene el mismo color que la prudencia y respiras, hasta que tropiezas con gente que no tiene miedo, ni prudencia, ni educación, ni respeto…, ni nada.
Ni aun con el suelo dibujado, respetan la distancia mínima, imprescindible todavía, porque seguimos con
las mismas armas defensivas, hasta que
se descubra la naturaleza del virus y se pueda erradicar.
En algunos
sitios públicos, toman la fiebre antes de entrar... No parece una medida muy fiable, porque calentura también produce cualquier infección conocida. Me recuerda a la infancia y al termómetro de mercurio, y se me antoja que es
como la varita mágica de las hadas, mediante la cual te permiten, o no,
el acceso. No deja de ser inquietante cuando ves denegar el paso a alguien,
mientras la fila se va acortando y llega
tu turno…
Otros
escenarios son más patéticos. Insultan nuestra inteligencia con sus trifulcas…
Siguen disparando tiros contra el pie de su credibilidad, desgranando las
maniobras que vinculan y desvinculan sus intereses. El lema de Fernando el
Católico, parece vigente: “Tanto monta cortar como desatar”.
Y pienso que
ya me gustaría a mí cortar por lo sano y marcharme a Sevilla, o a Fernando Po y olvidarme del Covid 19 y del agujero de donde salió. Pero como decía
Jonathan Swift: «Las leyes son como las
telarañas, que cogen a las pobres moscas y dejan pasar avispas y abejorros».
Fotos: Google
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