Disfrutamos
de otra Súper Luna y nos presta su luz
al amanecer para ir a caminar. Un mes ha pasado de la anterior y en este lapsus
de tiempo, encuentra cosas diferentes, pero
nos sigue guiando, como cuando no
existía la brújula, y ella con otros astros marcaban el camino. Nadie perdía el norte, porque sabían a dónde querían llegar.
De esta
guisa, condujo Moisés a su pueblo a través del desierto. Porque conocía cómo y cuándo
cruzar el Mar Rojo y qué caminos debía tomar guiado por los astros y la mano
divina. Sabía el destino y cómo hacerlo. Era importante no dejarse llevar por otras deidades, pero llegado el momento, perdieron la fe y aunque
llevó a buen puerto a los hijos de su pueblo, ellos no pudieron disfrutar de la Tierra Prometida. Deuteronomio 1,22-38 3,23-28
Que por qué
os cuento esto. Porque en el fondo, las voces que oímos son nuestros propios deseos de volver a la situación
en la que vivíamos antes de que llegara el “bicho”. Nos amparamos en las
desavenencias producidas por intereses político-económicos y echándoles la
culpa de todo, en vez de tomarnos el dedo, nos tomamos el brazo con la aviesa intención
de que la próxima semana pasaremos al cuerpo entero.
Los unos
desoyen y los otros dudan, y todos hablamos de política y de trifulcas y nos
metemos en el laberinto de la sinrazón del desconocimiento. Vamos asimilando
las muertes que produce el Covid19 como antes las de los accidentes de tráfico.
El pueblo
Hebreo provocó la ira de Dios. Ellos vivieron sus consecuencias.
No es una
deidad la que nos conduce a este modo desconocido de vivir, sino un virus letal del que solo sabemos que el distanciamiento
social evita su expansión.
Pasarán las fases de la luna y otra súper luna llegará y encontrará que las
nuestras han avanzado o retrocedido,
todo dependerá de cómo utilicemos el
saco de la responsabilidad.
Fotos: mi archivo
No hay comentarios:
Publicar un comentario