De tiempos convulsos está la historia llena. Se ha escrito con la tinta de la emoción que, de todas las catástrofes y epidemias sufridas, han surgido diferentes corrientes artísticas, nuevas oportunidades político-sociales, nuevos negocios que han suplido a otros que también se extinguieron… Todos requirieron avanzar a paso lento, con mucha, mucha paciencia.
Esta mañana, camino del pantano, he encontrado la respuesta. Las imágenes que os dejo hablan por sí solas. Es en la naturaleza donde encontramos esas dosis de paciencia que necesitamos para mantener la prudencia a buen recaudo. Ahora que nos abrimos a nuevas fases, hagámoslo con la filosofía del paciente y con mucho tesón. Respetemos para ser respetados, pero sobre todo, para no contagiar ni ser contagiados, que el virus es letal y está latente.
De momento el escenario político no es muy halagüeño que digamos. El continuo cruce de reproches e insultos desaniman al más pintado, pero hagámosles ver que los ciudadanos, en general, respondimos bien durante el confinamiento, y que lo vamos a hacer mejor durante las fases de desescalada hacia una “normalidad” diferente a la conocida. A fuego lento como se hace un buen cocido.
Todavía queda camino por recorrer, aprendamos de las silvestres que con todo el anhelo del mundo florecen cada primavera, con la esperanza de encontrar una atmosfera más limpia y saludable.
Por cierto, ¿seguís aplaudiendo a las 8:00? Esto no se ha acabado. Yo sigo aplaudiendo, todos los días.
Foto: mis archivos
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