Ya lo decía mi abuelo: «Toda suerte de disciplinas coinciden
en que la paz se encuentra en tu interior, y que sin ella, podrás alcanzar tu destino,
pero claramente incierto.
Ya puedes soltar la retahíla que quieras; aunque te pases el día rezando el rosario de
tus penas, como antaño, no encontrarás la verdad
en el mundo, sino en el contexto
de tu propia reflexión.
Agudiza tus sentidos, y mira un poquito más allá. No todo lo
que ves es cierto, ni todo lo que oyes, lo es».
¡Cuánta razón tenía mi abuelo!
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