
Hay palabras y frases que
se convierten en tópicos. Quedan
muy bien y mueven masas de crédulos. Confiados, no perciben que el
movimiento les lleva al matadero del
beneficio de quien las dice. Se
convierten en la fuerza motriz de la noria que moverá el agua que beban los que
se quedan en el pódium de la estupidez, ostentando la antorcha que hace girar
el mundo, no hacia la paz y seguridad de todos, sino al de su propia riqueza y
poder: Llámese “Estatua de la Libertad”. Un ejemplo entre tantos…

Tan inocentes somos que empleamos los sentimientos como
escudos, sin temor a que nos los rompan porque los creemos sagrados. Lo mejor
que tenemos. Pero los rompen y nos quedamos vacíos. Los artífices del
estropicio viven en su propio limbo, desgraciados aún, porque no consiguieron rompernos también el
alma. Ignorantes, no saben dónde la guardamos, porque ellos no la tienen. ¡Qué
bonita y atrevida es la ignorancia!
En estos días de incertidumbre, más de cien, bien nos vendría
un poco de ese bálsamo reparador que no
quiere pararse en nuestra piel. Prefiere la lisa y llana que le dice lo que
quiere oír, satisface su deseo y ya no puede abarcar mucho más. Se queda a la
orilla de la intención.
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Peseta y denario |
No es un día más, ni otro cualquiera, es éste, el que tenemos
que vivir hoy. ¡Hagámoslo tan especial como si no hubiera un mañana! Y no nos
olvidemos que el “virus” está ahí afuera.
Fotos: mis archivos y Google
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