Unos cuantos brotes, que van en
aumento y parecen ser asumibles. ¿Por
quién? ¿Por sanidad?, ¿por los políticos?
Al final, como en todos los órdenes de
la vida, nos convertimos en meras figuras.
Aunque en este caso, hemos ascendido a
números romanos.
Claro, porque si somos X, podemos
continuar con nuestros proyectos, juergas, desmanes, y demás; Si somos XL, algo de confinamiento, más
cuidado…, sería bueno tener en cuenta; si
somos XXL, pasamos a un confinamiento
lineal, arbitrario, de toda la comunicad.
Somos como las camisetas de los grandes almacenes
que, dependiendo de la talla, disfrutan de más o menos libertad. No importa
mi salud ni la del vecino. Importa lo
que las estadísticas indican; las cifras económicas me permiten salir o estar
encerrado, pero no me impiden ir a
votar.
No quiero imaginarme de que talla
es la camiseta de los inmigrantes y temporeros. Y luego hablamos de los derechos humanos, que se han convertido en un paraguas con las
varillas quebradas y lleno de agujeros.
Peor que en la edad media, que no
había tanta globalización, nada que
dar, nada que recibir. Se funcionaba con el
“sálvese quien pueda”. Pero al
menos cada uno sabía a qué atenerse. También es cierto que los escaños no eran
de roble, si acaso, serían de piedra y
no tan atractivos.
En el fondo, la alerta sanitaria ha
sido y sigue siendo una banda elástica
que cede para el lado conveniente cuando es necesario. Y no estoy perdiendo mi fe en la humanidad,
es que no la tengo.
Con las primeras luces, al amparo de la media luna, mi
marido con las manos lavadas, guardando
las distancias y con su mascarilla puesta, ha iniciado “La Carmenada”. La peregrinación
desde Calahorra, por la ribera del Ebro hasta llegar a El Carmen, que todos conocéis. Este año, obviamente no se ha organizado,
pero en la calle se oyen voces y chillos de los “X” que si pueden moverse a su
libre albedrio.
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#alertasanitaria#inmigrantes#temporeros
Fotos: mis archivos
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