Lleva tiempo acechando, a unos y a otros. Todos tomamos medidas, nos
protegemos y creemos que pasará de largo, que no se va a quedar con nosotros, que…
Pero cuando menos lo esperas, ¡Zas! Se lleva a
uno que entre mil te llega de pleno. Y el sufrimiento y la desesperación se hacen compañeros de familiares y amigos, que piensan lo injusta que es la vida, que ni adiós le han
podido decir. Y tú, más lejano todavía, solo piensas…, y sientes que piensas…, y ya no piensas nada…
Tal vez no lo
hace nadie, porque durante el solitario duelo,
ven en la distancia, otros condolientes en la misma situación, y los
pensamientos se difuminan, para no
perecer de pena y de dolor, porque el siguiente folio lo escribirá en blanco.
Y, sin embargo, comenzamos a rellenar este
paréntesis que se nos abrió y que lejos de amilanarnos, lo hemos convertido en
el momento mágico de la comunicación real con las nuevas tecnologías, que nos
ayudan a llenar los espacios vacíos, a darle sonido al silencio…
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