"Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra".

James Russell Lowell (1819- 1891),

poeta y crítico estadounidense





martes, 7 de abril de 2020

¡A mí, me van a decir!


¿ A dónde vas Cándida, tan  alegre y airosa. Tan despreocupada de ese virus que circula  contagiando a todos  por la ciudad?
—¡Vamos, niña! ¿Vas a venirme con monsergas, tu que me conoces?  ¿A mí,  que viví la guerra y la posguerra, y todas las calamidades que siguieron? Yo ya he vivido mi propia cuarentena, ¡inmunizada estoy de virus y contravirus!
—Pero, Cándida, que ésta guerra es otra. Que no luchamos hermanos contra hermanos, sino que nos hemos unido haciendo una piña para luchar contra algo desconocido.  Mejor vuelva a casa, por favor…

—¡Señora Cándida! ¿Qué hace por la calle? ¡Vuelva a casa de inmediato! No quisiera llamar a sus hijos, por favor, ¡corre un gran peligro!
—¡Otro que tal baila!  Pero, ¿me vais a dejar en paz? Ya soy mayorcita y conozco los riesgos y los asumo. Deja a mis hijos en paz. Ellos están confinados, pero a mí no hay quien me obligue, tengo mis derechos…

Y continuó Cándida cliqueando sus tacones, altiva y aseñorada en su abrigo de paño negro, pañuelo de vivos colores que resaltaban con el rojo de sus  labios, bolsito negro con remaches dorados ceñido a su brazo, tarareando una alegre canción. 

—¡Cándida!, ¿me oyes?... Te  cojo de la mano, apriétala si me sientes…
—¡Claro que te oigo! ¿Dónde estoy?  No te veo la cara. ¿Quién eres?
—Estás   en la UCI, no estás sola. Te acompañan los tres que se han contagiado contigo y yo, que os cuido a todos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario