Viviana
Paletta, escribió : “Todo el que tiene cuerpo, tiene un
árbol. Y dos que se juntan, bosque”.
Una de las cosas que
más echo de menos es abrazar a los árboles, respirar el
silencio cobijada bajo su sombra, sentir como fluye la vida que albergan.
Dadas las
circunstancias, me hubiera conformado con hacerlo con los del parque cerca de casa; pero el rigor y la inmediatez de los
acontecimientos lo impiden.

Lo tienes que ver,
sentir, recorrer sus senderos con el
sonido de los barrancos que bajan, a
veces con fuerza, a veces silenciosos. El rumor del viento acompaña al cántico
de los pajarillos que habitan entre las
ramas.

Las hormigas aunque pequeñas son muchas y cargadas con hojas y ramas, adornan con su
reata el camino; desfilan, sorteando a las babosas que se deslizan despacito, hacia
el hormiguero donde espera la reina
vigilando sus huevos en silencio.
En otro momento te
hablaré de los jabalíes que llevan a los jabatos a conocer el terreno y lo
mismo hacen los corzos. Y también de los insectos, de las mariposas y… ¡Tanto hay para disfrutar…!
«Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos
en casa. Eso es la felicidad».
¿Renuncias a la felicidad?
Fotos: mis archivos
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