Bajan las cifras y vamos abriendo las ventanas con mayor ímpetu. Ya parece que tocamos tierra, que llegamos a
la meta.
La curva empieza a dibujar la pendiente esperada y nosotros…, ávidos de espacio, comenzamos a planear nuestros siguientes momentos.
La curva empieza a dibujar la pendiente esperada y nosotros…, ávidos de espacio, comenzamos a planear nuestros siguientes momentos.
Obligados a vivir el minuto a minuto de cada
día, ansiamos olvidar el encierro, el aislamiento compartido y volver como las aves al jardín de las delicias.
Nos olvidamos de que la ilusión es como el
vidrio que se rompe pronto, y si perdemos de vista el propósito del
confinamiento la fuente de la vida también se agrietará.
Séneca conocía bien a la humanidad cuando dijo:
«Vivís como si fuerais a vivir siempre, nunca recodáis vuestra fragilidad»
Como la del diente de león, que espera con
paciencia la fresca brisa de la mañana…
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