Así, como que no quiere la cosa, en todo ese tiempo he
cumplido 66. Y sé que, con carencia o profusión
de afectos, no llegaré para añadirle otro 6.
Nadie llega. Aunque todo depende de cómo se midan los años. O, ¿cómo
creen que llegó Matusalén a sus novecientos? ¿O, Noé? Ya con Abraham…, ¿empezó a
disminuir la edad, o a crecer la fe? El tiempo es relativo y susceptible de la vara con que se mida.
Tal vez cuando se
traspasa el umbral, el de la otra existencia, al que sin saber llamamos
eternidad, no tenga, el tiempo, ni días, ni
noches, no pasaran las semanas ni los meses ni los años. Y será una pena, con
lo bonito que es cumplir años y que te feliciten, como cuando cumplí mis
primeros 65, allende los mares, en medio de una gran familia que nos acogieron con los brazos abiertos.
¡Genial!
Así que, dependiendo de dónde
y cuándo haya nacido, habré cumplido 66 o, 666. Malos
augurios para los supersticiosos…, o buenos para los que les gusta el
malabarismo con las cifras.
Fotos: mis archivos
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