Leyendo los diarios del firmamento, comprendes cómo y por
qué, las nubes toman diferentes figuras. Su comunicación es transparente, libre de infodemia, y de fácil lectura. Observemos:
El pez, desprovisto de su defensa, no da tregua a la ballena
que va en avanzadilla buscando a sus hermanas, tras una feroz contienda en la
que lo ha desarmado, llevándose su espada.
El banco de peces, entrado en pánico, lo ha abandonado a su
suerte. Se ha camuflado entre los cirrocúmulos, semejantes a las leyes que, a
menudo, protegen a los delincuentes.
El cetáceo ostenta su trofeo. Le confiere poder. Y en no poco
tiempo dominará el océano y a cada ser viviente del mismo. Incluidos los
escapados de la quema.
Pero el pez, a capa y sin espada, recuperará su cetro y en su
trono, entre los de su especie, reinará
de nuevo en el vasto mar.
Una suave brisa diluye las figuras que forman los nimbos y seguido conforman
otras de las que podíamos seguir hablando.
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Fotos: mis archivos
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