Ahí está, en lo alto del tallo más débil, entre las hojas, casi hojarascas. Es la última en llegar entre tantas campanillas que la precedieron. “La tardía”. ¿”La inesperada” o, “la deseada”?
Las
otras, las hermanas mayores, nacieron entre los
desastres y penurias del
semi-confinamiento. Llegaron para alegrar esos meses tan deprimidos. Crecieron
y finaron después de satisfacer sus
deseos con la savia de la planta.
Mustia
y asolada por los tórridos calores del verano, había perdido la esperanza de germinar
de nuevo. Pero, hete aquí, que
llega Campánula, símbolo de la alegría y fragilidad, erguida y con decisión.
Escuálida y hermosa a la vez, cumpliendo los cánones de la soledad y
certidumbre de su linaje.
Durante un tiempo, con su belleza, dará vida a la
planta y alegrará las mañanas de sus postreros días.
Cosas
de la naturaleza.
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Fotos: mis archivos
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