En todas las casas que vivimos, fuimos los primeros en
habitar. No había fantasmas antiguos que nos enseñaran el camino. Lo
descubrimos solos, con nuestros medios. Quizá, algún día, en todas ellas
habiten nuestros propios espectros. Incluso podrían elegir en cuál de ellas morar. O tomarse una casa
para cada estación del año.
Como fresca brisa de primavera que llena el rio de nuestras
vidas, llegado el ocaso, ¿será éste,
nuestro último techo?
Fotos: mis archivos
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