El peludo creyó que había llegado al paraíso; con cada instrucción movía su cola en señal de entendimiento. Así, rápidamente, empezó a distinguir que la zapatilla era mía y no suya, y un viento de bonanza envolvió nuestra relación.
Su mayor felicidad, después de comer, era salir a la calle y desarrolló su propio lenguaje para pedirlo. El espíritu de la palabra nos facilitó la vida a todos.
https://cincopalabras.com/2020/09/20/escribe-tu-relato-del-mes-de-septiembre-iv-javier-taibo-empresario/#comment-7296
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