Amanece con el cielo
encapotado, como si las nubes quisieran proteger a las personas que con riesgo y sin protección específica,
tienen que salir a velar por el bienestar de todos los demás. Ayer con paraguas,
hoy no lo necesitan; los técnicos de mantenimiento de las calles siguen
su ritmo, no les frena bichito alguno. Saludan a los conductores de furgonetas
de reparto y camiones de abastecimiento de los supermercados que cruzan las
calles a paso lento, para no despertar a los vecinos.
No parece que vayan a dejar desabastecido el país, a pesar del cierre de fronteras. Ellos tienen el camino abierto y asegurado.Es una situación ésta..., excepcional y desconocida. Todavía no hemos asimilado su magnitud. Vivimos el día a día estoicamente y esperamos que el micro-bicho se canse de nosotros.
Ultreia, gritamos desde las ventanas.
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