"Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra".

James Russell Lowell (1819- 1891),

poeta y crítico estadounidense





martes, 24 de marzo de 2020

Prisión por saltarse el confinamiento


Amanece cada día un poquito antes y encuentra la ciudad abierta para rellenar tanto espacio vacío, en silencio.
Antes de las siete llegan  los camiones  que suministran a los supermercados.
Furgonetas con  material farmacéutico  empiezan su reparto.
La brigada de mantenimiento continúa la limpieza extraordinaria de calles y aceras.
El personal sanitario se dirige a los centros para cambiar el turno a sus compañeros.
Las fuerzas del orden siguen rondando las calles, manteniendo el orden y la seguridad.
Los trabajadores de las empresas de servicios esenciales, madrugan para cumplir con el servicio encomendado…etc.,
Y el resto, permanecemos en casa, porque ese es nuestro cometido.
Los unos trabajamos en la contención y los otros para que no nos falte de nada.
Un conjunto de fuerzas que, estoicamente intenta ayudar a la comunidad para detener al intruso que ha llegado en silencio y con el mismo ruido intenta destruirnos.
Enseguida aparecerán los deambulantes,  con cara torcedera y sonrisa maliciosa. Esos díscolos  infames que rebuznan sin parar y cocean a diestro y siniestro (Con perdón de los equinos). Seres inmaduros que no saben cuál es su sitio y consideran que todo el espacio es suyo…todo el rato. Desalmados que perturban  la sociedad, sin escrúpulos, ni miramiento.
Y es que, aunque intentamos alejarnos del ruido, cuando vemos a los peludos rebuznantes, crece nuestra indignación, sin poder evitarlo.
Conscientes del perjuicio que ocasiona dejar nuestra ira suelta, terminamos por pensar que estos parásitos forman parte del escenario de un gran circo donde hay buenos profesionales y también alberga a estos animalejos  que no dan más de sí.  ¡Criaturas de Dios!



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