Avanza la niebla y llega en silencio a la ciudad pintada de amarillo. No
la reconoce e intenta evadirse del tremor
que sufren sus habitantes al
verla. Se desliza lentamente entre las calles y entre tanto, lanza señales de
socorro a las nubes más altas para que
les bendiga con su agua.
Llega ésta, con la lentitud de una caricia y el clamor de un beso amoroso
que embalsama los corazones rotos, y se deja caer.
Alcanzado su cometido, se aleja de la mano que la había traído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario