Le hervía la
sangre a fuego lento, por la falta de sensibilidad.
Otrora, había manifestado lo importante que es la unión, sin perder la esperanza. Habló de libertad, y les dio la oportunidad
de elección; pero nadie soportaba el
peso de las consecuencias de sus actos.
Soslayaban tamaños esfuerzos, no contemplaban la salida
de su área de confort y argumentaron que era una estratagema, «un robo de sus
ilusiones en pro del beneficio propio».
Encadenada al
muro de la justicia, creyó en el género
humano y esperó que dejaran de contemplarla como un objeto útil o inútil según la necesidad.
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