Enfilamos su salida con nuevas restricciones y esperanzas renovadas a
su vez, convencidos de que tenemos que batallar y ganar la guerra al “descarado
bichito” de rancio abolengo, que nos ha
cambiado la vida.
Y no sirve discusiones banales, ni buscar
culpables, ni argumentar: “Yo hubiera hecho esto o lo otro, si…” ¡Claro! ¡A toro pasado…, que fácil es hacer!
Huyamos del ruido y de los incendiaros. Procedamos
con nuestro cometido. Cada cual el suyo, para
ganar tiempo para los científicos, que son los que encontrarán el
antídoto.
Mientras tanto, que los Idus sean propios o no,
lo sabremos cuando hayan pasado.
Dijo Julio Cesar: «Los idus de marzo ya han llegado»;
a lo que el vidente
contestó compasivamente:
«Sí, pero aún no
han acabado».
Plutarco
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