Qué marzo ya tiene sus propias fechas solemnes o
fatídicas, lo sabemos todos. Que desde tiempos inmemoriales en muchos
acontecimientos, abandera el protagonismo, también. Hasta popularmente, todos lo llamamos: “el mes de los burros…”
Marzo, sin duda, es prolífico como ningún otro
mes, y se recordará en la historia como el comienzo de un antes y un después.
Porque la pandemia no empezó en marzo, pero es cuando empezamos a sentir sus
efectos en nuestro país.
Ha sido en este mes, cuando el “bichito” de
marras ha decidido establecerse en nuestra casa. Llegó en silencio, y nuestra
incredulidad le abrió la puerta. Pero
incrédulos o no, preparados o no, hubiera entrado igual. Tal es su virulencia.
Recordáis la del 48, en pleno siglo XIV?
También les sobrevino la peste bubónica y nadie sabía de dónde había salido.
Tampoco conocían la forma de combatirla, y la achacaban a: efectos
meteorológicos, conjunción de planetas, castigo divino…, hasta mataban: desde judíos, hasta gatos, creyendo que eran los responsables. No sabían que eran las
ratas quienes la transmitían.
Desde entonces, la humanidad y la medicina han avanzado lo suficiente como para no tener que matar a
nada, ni a nadie. No emulemos aquel
comportamiento.
Aislarse para bloquear y combatir y vencer al enemigo es la única
arma de que disponemos, y por tanto la más eficaz. Acatemos las nuevas restricciones,
más duras si cabe, para no alimentar ni dar cobijo al “bicho”.
¡No matemos a los gatos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario