
No sé si os pasa a vosotros lo mismo que a mí. Hay momentos en los que
siento que la energía se me acaba. Lo
noto así, gráficamente. La veo que va bajando de nivel lentamente; y luego, por
arte de magia, cuando salgo a aplaudir, vuelve a cargarse de nuevo al 100%. Y
es que ese pequeño y simbólico gesto de
agradecimiento me recuerda que, el hecho
de quedarme en casa, no es una condena, sino una acción muy importante
para ayudar a los sanitarios a salvarnos. ¡Entonces recupero la sonrisa que se
estaba evadiendo de su trabajo! Por
cierto, que también la luna va creciendo con nuestros aplausos y se deja ver
sonriendo a un extraño lucero con el que se alinea.
Miro la fuente y espero que pronto vuelvan a
brotar sus caños, alegrándonos el día.
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