Parece que tuviera una cita a ciegas con la luna. Mes a mes, no sé si la
espero,  o ella viene a buscarme,
pero  cuando llega entre la tenue brisa y
su  peculiar cascabel, alegra la vida: a mí y a cuantos la observan desde cualquier lugar.
Me deja deslumbrada. Es tan enigmática, tan silenciosa; hace su ronda sin llamar la atención, y aun así, consigue que tú la tengas en cuenta: ora Menguante, ora Creciente, luego Nueva y ya…, alcanza la luna Llena. Pletórica de luz, colorido, alegría…, la noche con ella es otra noche, al amanecer te invita a disfrutar de su compañía.
Nadie  sabe  de  su
tragedia;   que acarrea, en su tránsito,
la búsqueda infructuosa de su compañero. Nadie lo nota, ni lo adivinaría
nunca,  pero ella tampoco sabe el bálsamo
de paz que prodiga a cuantos la conocen.





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