¿Os imagináis qué hubiera pasado si el capitán del Titanic, megáfono en mano se hubiera puesto a informar a los pasajeros, que cada rato se estaba hundiendo un centímetro más?
¿Qué le hubiera dicho el
director de orquesta que reunió a sus músicos para tocar hasta el total
hundimiento?
Me pregunto hasta cuando nuestro estado anímico será capaz de sobrevivir en este sin vivir continuo, inmersos no en un estado de alarma, sino mas bien, en un estado de inacción, donde nos ciegan con su luz de gas y lo importante se pasa por alto.
¿Surgirá una voz redentora
entre tanto desatino? Necesitará mucha
fuerza para que no la apague tanto griterío.
Esperamos, mascarilla en
ristre, cada día, ese milagro.
Fotos: mis archivos
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