El Domingo de Ramos nos abre la puerta a una Semana Santa que este año, sujetos a la pandemia, tampoco le daremos el valor que le corresponde. Surge el temor de perder la tradición, sin embargo, supongo, que no la fe.
La fe es otra cosa.
Indefinible, transparente, sin color ni forma. Aunque a veces pasa por estadios
claroscuros; pero es indeleble, imperecedera, sigue su camino sin saber en pos
de Quién, algunas veces. Ella no se para a pensar en cómo se comporta cada
quién. Allá cada cual. Cada uno con su saco de virtudes y defectos y todos con el
suyo. “Cada cual con cada quién” en la
senda de la bondad, donde no cabe la crítica ni el pie de uno en el zapato del
otro. Esa es la fe. El manto que te
cubre y te salva de la inmundicia, de la tormenta de los elementos inclementes
que llegan por todas partes y no eres tan fuerte como para soslayarlos. El
bálsamo para tu alma, la capa de vaselina que cura las grietas de la piel, la
lluvia fina que humedece los campos y los alimenta, que da de beber a los
sembrados de donde viene el pan.
Hoy las iglesias abren sus
puertas de par en par para conmemorar la entrada triunfal de Jesucristo en
Jerusalén. Los fieles iniciamos el recorrido que durará toda la Semana Santa
por los templos en busca de ese consuelo, más por las circunstancias que
vivimos, que necesitamos para seguir nuestra cotidianidad. Y cada uno de ellos
te reciben con sus puertas abiertas y con las medidas de seguridad estipuladas.
Sin olvidar el
Mercaforum, os deseo una muy buena y feliz Semana Santa.
Fotos: mis archivos
No hay comentarios:
Publicar un comentario