Les queda la satisfacción de lo bien hecho. De haberse entrega en cuerpo y alma durante toda su vida, a levantar sus negocios; de no haber dejado nada al azar. Ahora que las circunstancias son otras, se han volcado a convertirlos en lugares seguros, se han reinventado para continuarlos. Pero los tiene cerrados de nuevo.
Promesas que se pierden…,
palabras que no traen el pan a sus hogares…, acciones que impiden la
sostenibilidad de sus actividades…
No obstante, conservan la
ilusión; todo aquello por lo que han trabajado, ¡no puede irse al traste, así
por las buenas! Dan tiempo al tiempo, no como ingenuos chiquillos, sino como curtidos
marineros embestidos por muchas tempestades, acurrucados en la barca milagrosa,
que les transportará a la calma.
LA BARCA MILAGROSA
Preparadme
una barca como un gran pensamiento...
La llamarán «La Sombra» unos, otros «La Estrella».
No ha de estar al capricho de una mano o de un viento:
yo la quiero consciente, indominable y bella!
La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
de vida sobrehumana; he de sentirme en ella
fuerte como en los brazos de Dios! En todo viento,
en todo mar templadme su prora de centella!
La cargaré de toda mi tristeza, y, sin rumbo,
iré como la rota corola de un nelumbo
por sobre el horizonte líquido de la mar...
Barca, alma hermana; hacia qué tierras nunca vistas,
de hondas revelaciones, de cosas imprevistas
iremos?... Yo ya muero de vivir y soñar...
Fotos: mis archivos
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