¿Cuántos votos de obediencia, de fidelidad, de amor…, fueron bendecidos en este templo?
No lo sabemos, ni tampoco
cuántos se han cumplido y llegado hasta el nicho que los libera…
Pero, ¿y si al adquirir
un compromiso, el tiempo ha descubierto que ha sido una equivocación? ¿Cuál es
el valor moral que ampara su cumplimiento? ¿y, cuál su trasgresión?
Estamos seguros de que se caracteriza por mantener su palabra “el hombre de bien” siempre. Algunos la quiebran por cobardía, por falta de firmeza en su carácter…, pero, y si…, ¿de repente descubre que estaba equivocado, que dio su palabra por alguien, o por algo que no lo merecía?
Terrible dilema para el
que lo sufre desde dentro o desde fuera. Porque lo decía el filósofo: Un error,
es un error, y de sabios es enmendarlo… Ya, sí, pero cuando implica a terceros,
qué es mejor, terminar con el entuerto o tragárselo con el salado sabor de las
lágrimas.
Esas piedras tan queridas,
elocuentes en su silencio, podrían contarnos muchas de esas historias, y nos
aclararían, como lo hizo Elie Wiesel que: “lo opuesto al amor no es el odio,
sino la indiferencia”, que mata amores y compromisos; pero de momento, andan
preocupadas por su propio destino.
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