Estos
estudios neurocientíficos, sobre las emociones y demás, hacen bien en recordárnos estos pequeños detalles, porque en el transcurso de la
vida, el sentido de la ternura ha ido degenerando y se define más como el de la
idiotez.
Que
no distingamos la delgada línea que las separa, ya nos viene de lejos. Así, después de más de 2000 años, Marta sigue
esperando ser un poco María, mientras que ésta no quiere parecerse para nada a Marta.
Larga
espera sin resultado alguno: sigue Marta en su bondad y ayuda a María, para que esta pueda ser bondadosa
con su Señor, a quien prodiga su atención entre oleos perfumados. Marta les
sirve ricas viandas, preparadas por ella misma, y retira los platos. Después,
acongojada llora en silencio atrapada en la desolación hasta la siguiente
comida.
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