—María, no da puntada sin hilo, —dice Sara, quien afirma quererla, —sin embargo, cuando corta al bies es otro cantar; sin hablar de que es poco ducha al pespuntear. Ya veis en su mantel cómo pasa un desfile de hormigas de diferentes tamaños, concluye la colega mientras espera la aprobación del resto de modistas.
Ellas callan y no miran para
otro lado, sino que sacan de la vitrina el tejido drapeado que ha confeccionado María
para las togas de sus hijos, menos para el suyo; — “porque se ha perdido el patrón” —aseguran
mientras corren por sus mejillas, lagrimas de cocodrilo.
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