Entre sus presentes
se encontraba el más preciado, extraído de la profundidad del Agharti.
Ese que, con sutileza, empuja los nubarrones de la angustia. Un bálsamo que
lubrifica las almas y los corazones.
Cultivarla y tenerla como aliada es el mejor logro que
podemos alcanzar, más que adquirir otros conocimientos: dicen los actuales viajeros
que, la portan como la llave mágica que permite cambiar la oscuridad por la luz
en lo profundo de su ser.
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