Nuestros ojos ya no
brillan como cuando nos conocimos; en aquél cine
de barrio de Toledo. ¿Recuerdas?
Días tórridos y noches interminables en la suite que reservamos
para nuestro encuentro.
Apenas una ligera brisa refrescaba
nuestra pasión; allí, al pie de un precipicio donde habían instalado el teatro ambulante y bajo
la luz de las estrellas, representaban
una comedia
con tintes trágicos, teñida de rosa, que terminó con la marcha nupcial de una boda
fallida.
Nos operan de cataratas mañana. ¡Al fin! Al mirarnos nos encontraremos en sendos universos. Como antes.
—¡Ven! — dirás con voz
implorante y manos temblorosas.
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