Cuando tenía que hacer algo, lo planteaba como un JUEGO. Desde que lo aprendió de su amiga la RANA, lo ponía en práctica y por arte de MAGIA, todos sus proyectos se cumplían.
Ranita no se preocupaba; si llovía, campeaba el temporal. Saltaba de charco en charco, o bien giraba como una PEONZA, según
fueran las circunstancias. Entonces, los
batracios del estanque le regalaron una
CORONA y la nombraron: “La reina del lugar”…
Viborilla la admiraba, pero cambió
de color al tiempo que se le escapaban unas lágrimas. Decidió enroscarse para
ocultar su desencanto, porque ella nunca sería coronada.
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