Cuando me di cuenta de mi equivocación, ya era demasiado tarde.
Creía que escuchar y
callar era lo más prudente, lo correcto. El silencio y la discreción es la
reseña de mi vida.
Pero, escuchar, o ver y
callar solo beneficia a los que no callan. Porque se desprenden de sus
inmundicias y sin darte cuenta, tu frasco se llena de ellas, mientras ellos se
llevan tu savia, fresca y limpia.
Se bebieron mi esencia y
me quedé como una piltrafa, sin el donaire que me caracterizaba. Ya no tengo mi
fe, ni mi fortaleza, ni mi firmeza. Se han evaporado, perecido, putrefactas
entre tanta basura, mi paisaje ha cambiado y ya no soy aquella joven…,
No obstante, mis alas no
están quebradas, solo débiles, sin fuerza de tanto que las han succionado. Pese
a todo, me acuerdo del Ave Fénix, que de peores agravios se ha recuperado, y convertido
en un vivo ejemplo a seguir.
Sin embargo, algo
importante he aprendido: que antes de todo, lo mejor es observar y entonces decidir
qué miras y a quién escuchas…, y desde luego, siempre en silencio.
Las cigüeñas han regresado,
quiere decir que no tendremos más fríos extremos. Se colocan en sus nidos y
observan…, ellas lo saben hacer.
Fotos: mis archivos
Seguramente tienes otra fuerza interior que te impulsa a volar, es la fuerza del aprendizaje vital. Un beso, Feli
ResponderEliminarGracias, maestra
ResponderEliminar