Escurrida como arena entre vuestros dedos, emprendisteis
viaje por separado. ¡Qué despropósito!
Como ilusos, llenos de morriña, esperamos que aparezcáis por la misma vereda que os llevó al infinito.
¿Os habéis encontrado? Tal vez vuestra paz sea eterna, pero no será completa mientras tengáis los huecos
de nuestra ausencia. No puede ser de otra manera…
¿Qué fortuna tiene el que se queda? Y ¿el
que se va? No, no puede tenerla.
Sobre el salitre coloco
mi ofrenda retirando la ajada, con el
deseo de que encontréis lo que muchos creen, se puede encontrar.
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