Se dirigía a palacio con un
caminar sencillo. No altivo, pero su porte
oscurecía al sol. La
incertidumbre de las estrellas se diluía
entre las plumas de las saetas que clavaban, emponzoñadas con una
colosal antipatía, en su espalda, cuando
cerca o lejos, pasaba.
Luna, condescendiente, respetaba
sus modales. Las ignoraba, más bien. «Son dueñas de sus conductas. ¿Qué se puede hacer ante quien no da más de
sí? —opinaba». Con su ingenio y amabilidad,
aderezados con porciones de ironía, estaba la victoria asegurada.
Con el tiempo, no demasiado por
cierto, fue nombrada primera dama de la
corte.
https://cincopalabras.com/2019/10/20/escribe-tu-relato-del-mes-de-octubre-iv-lydiabosch_/
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