Las calles, desiertas, echan de menos el transito de las niñas y jóvenes que por ley se ven obligadas a quedarse en casa, como trofeos, para sus progenitores y futuros cónyuges.
Adela no estudia, tampoco trabaja; pero sueña con alcanzar
un mundo digno habitado por personas con los mismos
derechos, mientras mira el trabajo de la fotógrafa yemení Boushra
Almutawakel quien, a través del arte, muestra
el coraje y determinación de las mujeres.
Piensa, no obstante, cómo luchar para que la mujer resurja de esa
“protección” masculina que, en nombre de su dios…, la subyuga como si fuera un
demonio.
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