Con leve sonrisa, recuerda el comienzo de su andadura; cuando la incomunicación impuesta le mordía, cuando era imposible llenar el alargado hueco de la noche con cualquiera que pasara por su vida, y cuando, por fortuna, en medio de la oscuridad, apareció la traslúcida fe. Todavía le acompaña y le susurra, como entonces: “no temas, aquí estoy”.
La suerte tuvo un papel fundamental
en esos momentos de perseverancia que la
llevaron al templo de Vrindaban,
donde encontró los primeros
frutos desde la raíz del amor.
Ya no llora, no evoca, la oscuridad se difumina, y la soledad tiene otro nombre.
https://cincopalabras.com/2022/12/25/escribe-tu-relato-del-mes-de-diciembre-iv-antonio-garcia-villaran-pintor/#comment-10137
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