¿Caminante que haces camino con paso trémulo, acaso no ves florecer las sendas que transitas? No. ¿Por qué pasas de largo, como si no fueran contigo sus aromas y colores que alegran la existencia?
Aún mantienes
tu corazón incandescente, pero llegas al estío con pasos inciertos, conocedor
de que el ocaso está cerca. Te resistes.
Ocultas tu
rostro húmedo, cuyos surcos denotan la desesperación, la impotencia ante lo
baldío de tu arrojo, tantas veces ignorado.
Todavía
esperas el milagro de la vida y no lo ves transitar en el entorno.
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