Mientras tanto, el fuego, intencionado, o no –no se sabe todavía–, carboniza los montes y a sus moradores. Pero no se atreve con el virus que asciende por una colina cada día más alta y no ve el momento de llegar al pico. Como si se hubiera impuesto un reto mayor a los anteriores.
¿Qué
hacemos nosotros? Ufanos, creemos que lo hacemos bien y corremos para
cruzar la barrera que nos separa de disfrutar
de la vida como antes de la pandemia.
Un
juego de espejos nos dice que si, pero nadie sabe qué encontraremos al otro
lado del muro.
Fotos: Google
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