Iconos de este verano, aciago por el incremento de contagios. El Santo marcó el punto de partida de las “no fiestas” en plena pandemia, cuando con mucha o poca contención de los jóvenes, creíamos que en pocos días venceríamos al Covid19. Este año llegamos con la curva disparada y subiendo, por no contenerlos.
Pero no todo son puntos negros en la cara de este país, y el 7 de julio nos ha traído la satisfacción de jalear el trabajo bien hecho y poder presumir y de una selección de futbol de categoría, aunque no hayan conseguido el resultado que se merecían.
Las
lágrimas no son de pena, sino de orgullo porque ha surgido un nuevo ejemplo de
entrega y compromiso. Que saben jugar y se vuelcan con la afición y en el
terreno de juego, y defienden los colores españoles con ahínco; bien
estimulados por un entrenador que los apoya y
defiende aun habiendo perdido. ¡Lo importante del juego es, jugar bien!
Y
yo me pregunto si al resto de la juventud no habría que darle ese tipo de
estimulo, ese que se gana con el trabajo y el sacrificio y una buena mano
izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario