Estalló la primavera y todo tipo de vida comenzó a desplegarse con ella. Los almendros se vestían de novia al reventar sus brotes y a sus pies
aparecían las flores silvestres semejantes a grandes guirnaldas todo en derredor. Todo tipo de insectos
pululaban entre unos y otras. Y, también los capullos de seda empezaron a
eclosionar.
—Vamos, despierta, ¡es la
hora de salir al mundo!
—Hola, ¡qué guapa estas con
ese colorido tan variado!
—Tú en cambio, eres azul y hermosa como el cielo.
—Pero, ¿qué haces dentro de
mi capullo?
—Lo hicimos juntas, ¿no
recuerdas?, me contabas tus deseos de convertirte en un estupendo ser
humano en lugar de hacerlo en una preciosa y efímera mariposa cuando te
dormiste rendida por el esfuerzo.
—Sí, es verdad. ¡Era tan hermosa aquella mujer que nos
alimentaba con las hojas de morera! Ya
ves, mis deseos no se han cumplido.
—¿Sabes cómo los humanos
llegaron a serlo?
—¡No!.
La crisálida multicolor comenzó
a contarle lo que había aprendido durante su tiempo de oruga:
—“Había millones de células
en el fondo del mar, una forma de vida que no conocemos nosotras y que, con el
movimiento incesante de las aguas ascendían y descendían continuamente. Algunas invadidas por su innata curiosidad,
observaban cómo, cuanto mas ascendían, mas diferencias encontraban. Había más
luz, el agua era más cálida y el plancton era diferente y más sabroso. Y
comenzaron a subir más y más hasta alcanzar la superficie. Durante el trayecto,
fueron adaptándose al nuevo hábitat. Crecieron, desarrollaron esqueleto,
músculos, aletas, escamas que les protegían, ojos, branquias. Se convirtieron
en peces. Y así, con el primer salto para salir del agua
quedaron impactados con el azul intenso del cielo. Les gustó. Y comenzaron a saltar
y saltar, y al acercarse a la orilla, encontraron que el contraste del azul del
cielo con el verde del bosque les gustaba y atraía más”.
—No entiendo la relación de
tu historia con los seres humanos
—Lo harás, no te preocupes, tan solo escucha.
—“Con su ansiedad de
poseerlo todo, encontraron la forma de vivir en el agua y en la tierra. Se
arrastraban y salían a tomar el sol. Desarrollaron garras y fuertes fauces con las que adaptarse al nuevo hábitat. Se
convirtieron en reptiles que al salir a
tierra tuvieron que alzarse para conseguir el alimento de los arboles
gigantescos que encontraron. Se irguieron. Las cuatro extremidades con las que
caminaban, se convirtieron en dos piernas y dos brazos. También encontraron a
otras especies que se les habían adelantado en su exploración y comenzó la carrera
por llegar los primeros a todo lo desconocido para obtener siempre más que los
demás. Creció una lucha de poder que hacía que se destruyeran entre ellos. Ese
fue el comienzo de la humanidad y con ellos llegó la destrucción a través de su pecado original (el ser y poder más que nadie,
más que Dios)”.
—¿Ya no existen células ni
peces?
—Si, también existen. Son
los que se quedaron en su hábitat, conformándose con lo que eran, y que no
intentaron llegar a ser algo diferente.
—-Y, ¿qué pasó entonces? ¿Murieron los osados
que si quisieron?-preguntaba la mariposa azul
—No. “Mutaron y mutaron y
mutaron, según las necesidades. A través del tiempo se sucedieron drásticos
cambios en el clima que propiciaron esas transformaciones. Y, a la vez que
cambiaban su físico, también lo hicieron mentalmente. Si crisálida azul,
¡¡llegaron los humanos!! Y con ellos la pérdida del planeta que los vio
aparecer”.
—¿Qué dices visionaria
multicolor? ¿Acaso no estamos nosotras en él y todavía está vivito y coleando?
—Sí, y así seguirá durante
mucho más tiempo, muchas otras mariposas lo disfrutarán también. Pero la
ambición humana lo está arruinando y lo
llegará a destruir.
—Tú eres una efímera
mariposa pero intensamente. Naces, vives y mueres con toda tu plenitud. Los humanos viven más
tiempo, pero terminan decadentes. Cuando nacen y cuando mueren necesitan ayuda.
Nosotras no. Créeme, su naturaleza no tiene nada que envidiar.
—¡Vayamos a volar
multicolor! Disfrutemos de ser nosotras mismas y dejémonos de metamorfosis
absurdas.
— ¡Si, azul maravillosa, vivamos nuestro
tiempo!
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