Llegado el momento,
nadie quiso hacerse cargo de Toni. Había custodiado la casa y a la familia sí,
había hecho compañía y salvado obstáculos y situaciones difíciles a todos los
suyos, esas que solo un perro puede
salvar.
Era viejo, estaba
enfermo y necesitaba cuidados y dedicación.
Todo el mundo empezó
a recordar que el perro, de joven, cuando todavía tenía vigor, ladraba y de vez
en cuando mordía. Hacía su vida,
recabando atención por doquier con esas armas que solo los perros saben
emplear. Pero primero había sacado su camada adelante sin apenas recursos, y
ocurrió que todo sacrificio empleado le sirvió después para ser un autentico
superviviente y salirse siempre con todo lo que quería.
Tropelía, eso es lo
que llegó a continuación. Eso es lo que vivió. Eso fue lo que le hizo ser más
fiero y cruel, pagando con esa misma moneda no a los que le habían atropellado (puesto que no estaban con él) sino a todos
cuantos se ocupaban de su cuidado.
Era noche vieja, una
noche como otra cualquiera cuando uno de
los perros que abandonaron al viejo y decrépito Toni, Verdino, se presentó a
reclamar “sus derechos”
-Vengo a realizar mi deber de
cuidar de Toni, tengo derecho y lo haré durante seis meses, de enero a junio,
los otros seis meses te encargas tú.
-Llevas toda la
razón, derechos y obligaciones van
siempre unidos y tienes todo el derecho
del mundo. Desde que te independizaste, y eso hace 6 años, no te has acordado de
que los tenías, y todas mis necesidades las ha atendido Azulón. Dadas
las circunstancias que han rodeado mi
vida, estos últimos cinco años han sido especialmente duros, por lo que creo
que pasando por alto ese largo tiempo en
el que no te has preocupado, justo sería que ahora, cuando quieres ejercer “tu derecho”
lo hagas al menos durante el mismo periodo.
-Mientras decido si
lo hago durante ese tiempo o no, vamos a decidir la compensación que tendré.
Que me entregues todo con todo cuanto percibes, sería lo normal. Solo de esa
manera me haré cargo de ti
-Nunca le pedí compensación
por mi ayuda y dedicación, sin embargo
durante los últimos seis meses, desde que pasó a formar parte de mi hogar, comenzó a darme la mitad de sus recursos. -puntualizó Azulón-
-¡Yo lo quiero todo! ¡O
me quedo con todo o no me lo llevo! Hemos de tener en cuenta que Amarillo se niega a cumplir su parte y su tiempo lo tenemos que suplir entre
nosotros.
Se produce un largo
silencio, Toni mira a ambos perros y
aguarda pacientemente mientras por dentro
aúlla tragándose sus quejidos para que nadie perciba su dolor.
-¿Qué he hecho? ¿Cómo he podido estar tan
ciego? He despreciado el amor, la dedicación y la ayuda de Azulón y ahora ¿Qué va a ser de mí?
Entonces, el viejo
perro comenzó a darse cuenta de cuánto había tenido y perdido por su estupidez
perruna, que no le dejo ver la
diferencia que había entre sus herederos. Y que, cegado por el odio y rencor
castigó e hizo pagar a aquel que le había ayudado, todas las
injusticias que los otros le habían hecho sufrir. Pero en su fuero interno
sabía que ya no había remedio y metiendo
su rabo entre las piernas, en silencio dejó
que las circunstancias se desarrollaran como Dios tuviera previsto. Sus
sueños de llegar a ser el patriarca del clan se hicieron añicos y ni siquiera
recogió los trozos. ¡¡Aaaauuuuuuh!!
=
¡¡Ya no tengo otra salida!!
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